"Tu Nombre Encierra Un
Mensaje Sagrado"
Una de las tareas más grandes
que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto
la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos
imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido(s) que se van infiltrando en
el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble. Luchamos por
hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos
desaparecer. El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus
calidades y errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social,
especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho o poco
que somos. Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra conciencia y
despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos que hacer es luchar
con nuestro nombre para impedir que nos domine y, respetándolo, transformarlo.
Hay quienes, creyéndose “nobles” o “famosos” lo portan con orgullo, sintiéndose
superiores, pero eso les impide desarrollar sus potenciales mágicos, divinos,
luminosos que exigen un distanciamiento de cualquiera definición de sí mismo.
Todas las religiones han intuido esto y proceden, cuando aceptan en su
comunidad a un nuevo miembro, a cambiarle el nombre. También lo han intuido los
poetas y magos: el abate Constant publicó sus tratados de magia diciendo ser
Eliphás Levi, Neftalí Reyes se hizo Pablo Neruda, étc… Sin embargo, desde un
punto de vista alquímico, esto es una huida: no se trata de cambiar una cosa
por otra sino de transformar el metal vil en un metal puro… Cuando comprendí
esto, me di cuenta que si quería liberarme de la neurosis que me aquejaba,
vencer mi desvalorización, el rencor hacia mi padre y realizarme siendo lo que
era y no lo que el clan quería que yo fuera, debía tomar mi nombre como un
trozo de plomo y trabajar sobre él hasta convertirlo en oro. Mi apellido
materno Prullansky no lo tomé en cuenta porque siendo mi madre hija de una
violación, su madre, avergonzada, había adoptado ese apellido que sólo era un
sonido sin raíces. El gran problema de mi progenitora, su constante
humillación, era que no tenía un apellido paterno.
Comencé mi trabajo contando
con 19 letras, ALEJANDRO JODOROWSKY. Mi apellido era odiado por mi padre porque
lo denunciaba como un emigrante. En su célula del partido comunista se hacía
llamar Juan Araucano. Los chilenos se burlaban de él. “¡No jodas Jodo!” Ese
JODER era infamante…
Busqué primero que nada lo
negativo, el plomo: alejandro JODOorOwskY: YO JODO , (yo molesto, yo fornico).
AlejANDrojodorOwSkY: SOY NADA. alEJAndRo jodorowSky: REJAS. alEjandro
jODoRowsky: ODER (apestar). ALEJAndRo jodorowsky: ALEJAR. alEJAnDRo jodorowsky:
DEJAR. AlejANDRo JOdorowsky: ANDRAJO. Estas palabras resumían el desprecio que
durante siglos había agobiado a mis antepasados judíos, acusados de que su
carne emitía un olor fétido, sin patria, continuamente expulsados, convertidos
en números cuando encerrados en campos de concentración, acusados de asesinar
niños en misas negras y tantas otras persecuciones que habían convertido a mis
abuelos en andrajos humanos.
Pasé a la segunda etapa: la
exaltación. Con inmensa gratitud y euforia descubrí que en el centro de mi
nombre se ocultaba un ojo de oro: alejandr OJO D ORO wsky. Más tarde vi que
también tenía -alEJAndRO jodorowsky- una oreja de oro. La lectura, la música,
las artes plásticas me llamaban. Y también podía tener un gran olfato
-alejANdro jodorOwSky: NASO. siendo una gran nariz símbolo de inteligencia. Un
OSO ALADO -ALejAnDrO jOdorOwSky- me otorgaba el símbolo de la constelación
polar Osa Mayor, que en la tradición hindú es el hogar de los siete Rishis,
símbolos de la sabiduría y de la tradición primordial. Esto confirmado por el
SOL que lucía en mi cielo (SKY). AlejANdRo: poseía una RANA mágica que podía
transformarse en princesa, es decir un alma presta a ser despertada por mi
espíritu. Y, muy importante, una noble definición de mí mismo: AlejANDRO
jodorOwSkY: SOY SANADOR… ALejanDRO jOdoROwSky: OLOR DE ROSAS: el perfume que
emana la carne de los santos… De pronto me di cuenta que había recibido de mi
humillado padre -que a causa de la miseria no había podido estudiar y
cultivarse, condenado a ser un comerciante que apenas sabía escribir- al que
sería mi maestro para toda la vida: el maestro zen EJO TAKATA… ¡Desde mi
nacimiento, lo llevaba como una joya en mi nombre! alEjandro JOdorowsky. Más
aún, en el fondo , Jaime, mi padre, siempre había sido mi maestro: jaimEJOdorowsky.
He decidido compartir esto
porque la exaltación del nombre, que revelé en Twitter y en Plano Creativo, ha
tenido tan gran repercusión, y una enorme cantidad de personas me solicitan
para que les exalte su nombre. No es un trabajo fácil. Exige mucho esfuerzo.
Ayer exalté unos 15 nombres. Para ello me demoré casi dos horas. ¿Cómo podría
hacer esto para miles? Creo que este trabajo alquímico debe ser realizado por
la persona misma, sin ayuda ajena. Yo he dado el ejemplo y mostrado la técnica.
Ahora cada cual debe aplicarla. Es algo que se enriquece continuamente. Aún
hoy, después de tantos años de búsqueda, descubro nuevas cosas. Hay muy buenos
diccionarios de símbolos, de nombres. Muchos libros explican el significado
esotérico de cada letra. Tengo la suerte de poseer un viejo tratado que quizás
se pueda encontrar a través de Internet: “Glosario teosófico” de H.P.
Blavatsky.