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domingo, 13 de diciembre de 2015

NUESTRO NOMBRE ES EL PRIMER CONTRATO QUE CARGAMOS

NUESTRO NOMBRE ES EL PRIMER CONTRATO QUE CARGAMOS

NUESTRO NOMBRE ES EL PRIMER CONTRATO QUE CARGAMOS

Familia noviembre 9, 2015 Aleja
Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y que condicionan nuestra vida. Un nombre repetido es como un contrato al que le hacemos una fotocopia, cuando en el árbol genealógico hay muchas fotocopias el nombre pierde fuerza y queda devaluado. Según Cristóbal Jodorowsky, el nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Puede ser un fuerte identificador simbólico de la personalidad, un talismán o una prisión que nos impide ser y crecer.
En los árboles narcisistas cada generación repite los mismos nombres de sus ancestros y con ello se repiten los destinos. ¿Atraen ciertos barrios a personas cuyo estado emocional corresponde al significado oculto de esos nombres? Alejandro Jodorowsky dice que en Santiago de Chile vivió en La plaza Diego de Almagro, un lugar que él sintió como oscuro y triste. Resulta posible pensar que ese lugar era el reflejo de su interior en aquel momento de su vida. Diego de Almagro fue un conquistador frustrado. Por engañosos consejos de su cómplice Pizarro, partió de Cuzco hacia las tierras inexploradas del Sur creyendo encontrar templos con tesoros fabulosos. Después de muchas calamidades volvió como alma en pena a Cuzco, donde su traidor socio, no queriendo compartir las riquezas robadas a los incas, lo hizo ejecutar.
Podemos dedicar unos minutos a observar el lugar donde vivimos: en la calle de un poeta, de una santa benefactora, de un descubridor o tal vez en la de un general asesino. Nada es casual, el mundo es como un espejo que nos refleja, cada vez que realizamos una mutación interior también cambia nuestro exterior, son señales del Universo a veces.

¿Podríamos decir que los nombres tienen una especie de frecuencia que sintoniza con ciertos receptores? ¿Qué tipo de receptores?

Inconscientemente nos sentimos atraídos por cientos nombres que reflejen lo que somos (a veces son exactos y otras veces están ocultos detrás de máscaras, sólo hay similitudes léxicas o fonéticas): Nuestra parte sana y positiva es un receptor que sintoniza con ciertos nombres, porque nos hacen gozar y sentirnos seguros.
Nuestra parte enferma y negativa es otro receptor que sintoniza nombres determinados, porque hay una intención supraconsciente de resolver el conflicto. Reflexionemos de nuevo en los nombres de lo que hemos atraído a nuestro mundo:
  • El nombre de nuestra empresa, centro de trabajo, escuela…
  • El nombre de nuestra pareja, amigos, jefes, profesores…
  • Personas que se cruzan en nuestro camino por “accidente” y se llaman exactamente igual que nuestro padre (o madre, hermano,etc.)

¿Hay una programación inscrita en nuestro nombre y apellidos?

Según nos cuenta Alejandro Jodorowsky, tanto el nombre como los apellidos encierran programas mentales que son como semi­llas, de ellos pueden surgir árboles frutales o plantas veneno­sas. En el árbol genealógico los nombres repetidos son vehícu­los de dramas.
Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el nombre del desaparecido. Eso nos condena a ser el otro, nunca nosotros mismos. Cuando una hija lleva el nombre de una antigua novia de su padre, se ve condenada a ser “la novia de papá” durante toda su vida. Un tío o una tía que se suicidaron convierten su nombre, durante varias generaciones, en vehículo de depresiones. A veces es necesario, para detener esas repeticiones que crean destinos adversos, cambiarse el nombre. El nuevo nombre puede ofrecernos una nueva vida. En forma intuitiva así lo comprendieron la mayoría de los poe­tas chilenos, todos ellos llegados a la fama con seudónimos.

¿Hay ejemplos que nos permitan comprender la importancia del nombre?

Nuestro nombre nos tiene atrapados, ahí está nuestra “individualidad”.
  • Barrick Gold (gold significa oro en ingles) se convirtió en el mayor productor de oro del mundo.
  • Brontis “voz de trueno” se dedica al mundo del teatro con una potente voz…
  • María, Inmaculada, Consuelo se asocian a la pureza, la virginidad, nombres que exigen perfección absoluta, que nos limitan.
  • Miguel Ángel, Rafael, Gabriel, los nombres de ángeles dan problemas con la encarnación.
  • César, poderoso y asociado a la ambición.

¿Cómo sé si el nombre que he recibido me perjudica?

Estudiar los nombres del árbol genealógico es igual que acceder al inconsciente. En los nombres encontramos secretos. Es importante ver cómo funciona el nombre que nos dieron. Algunas cuestiones: Lo primero es saber la persona que nos nombró. ¿Papá?, ¿mamá?, ¿abuelo?, ¿la hermana?, ¿el padrino?… El que nombra, toma poder sobre lo nombrado y no es lo mismo llamarme Micaela por mi abuela paterna, si el nombre se le ocurrió a mi padre para repetir el nudo incestuoso, o por mi madre, para ser aceptada en la familia de mi padre, dándole una hija-clon de su suegra.

¿De pequeño me gustaba mi nombre o me hubiese gustado llamarme de otra manera?

Los niños tienen una intuición especial y una fresca desinhibición que les permiten rechazar de pleno lo que les contamina. Investigar de donde viene nuestro nombre:
  • Si es de algún familiar, es bueno analizar su destino y los caminos que recorrió en su vida, porque probablemente venimos a repetirlos. Llamarse René después de un hermano muerto, es cargar con él toda la vida.
  • Si es de alguien significativo para quién nos nombró, nos caerá la carga de darle a éste lo que el otro no le dio.
  • Si es de algún personaje histórico, novelesco, as del fútbol o princesa de Mónaco, viviremos frustrados y fracasados si no seguimos el guión.
  • Si es por algo material, adquiriremos las propiedades de ese elemento. Por ejemplo, si me llamo por la muñeca de mi hermana, me convertiré en su muñeca, ella jugará conmigo, me dominará.
  • Si me llamo por algo inmaterial, tenderé a fines abstractos ideados por nuestros padres, desatendiendo lo real e incluso, por oposición a ellos, llegaré a materializar lo contrario a lo que llevo escrito en el nombre. Llamarse Libertad, Paz, Luz, no siempre es sinónimo de ser libre, vivir en paz y tener las cosas claras.
Los diminutivos: “Me llamo Manuel como mi abuelo, pero me dicen Manolito”, han proyectado en ti la figura de tu abuelo, pero tienes prohibido crecer y superarlo. Los nombres compuestos: “Me llamo José Luís, por mi padre y mi abuelo”. Pobre de ti si la relación entre ellos era farragosa. Me llamo “María José”, como dice Jodorowsky, “¡Catástrofe sexual!”. Los nombres feminizados o masculinizados: Mario, Josefa, Carmelo, Paula, corresponden a deseos frustrados de que naciéramos del sexo contrario.

¿Por qué no cambiarnos de nombre cuando este va cargado por un lastre que nos inmoviliza?

Nos aterra cambiarnos de nombre ya que tememos que dejaremos de ser reconocidos por nuestro clan. Tememos no ser reconocidos, ni identificados, no ser amados es el mayor temor que tenemos. Somos seres gregarios y pensamos que podemos morir si nuestro “clan” nos abandona, lo que es una herencia de nuestro cerebro arcaico.
Metafóricamente, el nombre que nos dan los padres es como un archivo del GPS que nos va indicando caminos digitalizados y guardados en la memoria familiar. Al nacer, nos instalan el archivo y vamos deambulando por el mundo por rutas más o menos pedregosas y abruptas, pero nos sentimos como en casa, porque ya fueron trazadas por el sistema operativo del árbol. Cambiarnos de nombre es arrojar el GPS por la ventanilla del coche y empezar a ver y a recorrer nuevos caminos, conquistar territorios que no habían sido archivados por nuestro árbol.
Es hacernos cargo de nuestro propio destino.

¿Cómo entonces llamar a nuestros hijos cuando nacen?

Alejandro Jodorowsky afirma que cada uno tenemos un nombre (podemos hacer aparecer a nuestro guía interior y pedirle nuestro nombre en un ejercicio de meditación o de visualización) que viene con nosotros incluso antes de ser concebidos. Es posible que durante la gestación, este nombre les llegue al mismo tiempo a ambos padres de forma telepática, si tienen suficiente capacidad de percepción. Si no es así, es el niño el que debe nombrarse más adelante. En el caso de tener que decidir como llamar al bebé, el nombre no debe haber existido en la historia de su árbol genealógico, ni haber pertenecido a personas o ideales de los que lo nombran.

¿Qué haremos con nuestro nombre?

Si nos encontramos que nuestro nombre encaja con algunos puntos de lo aquí descrito, podemos hacer que nos empiezen a llamar por el segundo nombre, por ejemplo Dolores Carolina, si te llaman de pila Dolores y ya por sí el Dolores trae una carga, podemos hacer que empiezen a llamarte Carolina o el segundo nombre, o por ejemplo Carlos Antonio donde Carlos se repite en generaciones con ancestros de destino trágico, comenzar a llamarnos Antonio, no es fácil pero de una manera comenzamos a reprogramar.
-Alejandro Jodorowsky-

viernes, 29 de agosto de 2014

lunes, 6 de agosto de 2012

"Tu Nombre Encierra Un Mensaje Sagrado"


"Tu Nombre Encierra Un Mensaje Sagrado"

Una de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido(s) que se van infiltrando en el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble. Luchamos por hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer. El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social, especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho o poco que somos. Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra conciencia y despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos que hacer es luchar con nuestro nombre para impedir que nos domine y, respetándolo, transformarlo. Hay quienes, creyéndose “nobles” o “famosos” lo portan con orgullo, sintiéndose superiores, pero eso les impide desarrollar sus potenciales mágicos, divinos, luminosos que exigen un distanciamiento de cualquiera definición de sí mismo. Todas las religiones han intuido esto y proceden, cuando aceptan en su comunidad a un nuevo miembro, a cambiarle el nombre. También lo han intuido los poetas y magos: el abate Constant publicó sus tratados de magia diciendo ser Eliphás Levi, Neftalí Reyes se hizo Pablo Neruda, étc… Sin embargo, desde un punto de vista alquímico, esto es una huida: no se trata de cambiar una cosa por otra sino de transformar el metal vil en un metal puro… Cuando comprendí esto, me di cuenta que si quería liberarme de la neurosis que me aquejaba, vencer mi desvalorización, el rencor hacia mi padre y realizarme siendo lo que era y no lo que el clan quería que yo fuera, debía tomar mi nombre como un trozo de plomo y trabajar sobre él hasta convertirlo en oro. Mi apellido materno Prullansky no lo tomé en cuenta porque siendo mi madre hija de una violación, su madre, avergonzada, había adoptado ese apellido que sólo era un sonido sin raíces. El gran problema de mi progenitora, su constante humillación, era que no tenía un apellido paterno.

Comencé mi trabajo contando con 19 letras, ALEJANDRO JODOROWSKY. Mi apellido era odiado por mi padre porque lo denunciaba como un emigrante. En su célula del partido comunista se hacía llamar Juan Araucano. Los chilenos se burlaban de él. “¡No jodas Jodo!” Ese JODER era infamante…
Busqué primero que nada lo negativo, el plomo: alejandro JODOorOwskY: YO JODO , (yo molesto, yo fornico). AlejANDrojodorOwSkY: SOY NADA. alEJAndRo jodorowSky: REJAS. alEjandro jODoRowsky: ODER (apestar). ALEJAndRo jodorowsky: ALEJAR. alEJAnDRo jodorowsky: DEJAR. AlejANDRo JOdorowsky: ANDRAJO. Estas palabras resumían el desprecio que durante siglos había agobiado a mis antepasados judíos, acusados de que su carne emitía un olor fétido, sin patria, continuamente expulsados, convertidos en números cuando encerrados en campos de concentración, acusados de asesinar niños en misas negras y tantas otras persecuciones que habían convertido a mis abuelos en andrajos humanos.
Pasé a la segunda etapa: la exaltación. Con inmensa gratitud y euforia descubrí que en el centro de mi nombre se ocultaba un ojo de oro: alejandr OJO D ORO wsky. Más tarde vi que también tenía -alEJAndRO jodorowsky- una oreja de oro. La lectura, la música, las artes plásticas me llamaban. Y también podía tener un gran olfato -alejANdro jodorOwSky: NASO. siendo una gran nariz símbolo de inteligencia. Un OSO ALADO -ALejAnDrO jOdorOwSky- me otorgaba el símbolo de la constelación polar Osa Mayor, que en la tradición hindú es el hogar de los siete Rishis, símbolos de la sabiduría y de la tradición primordial. Esto confirmado por el SOL que lucía en mi cielo (SKY). AlejANdRo: poseía una RANA mágica que podía transformarse en princesa, es decir un alma presta a ser despertada por mi espíritu. Y, muy importante, una noble definición de mí mismo: AlejANDRO jodorOwSkY: SOY SANADOR… ALejanDRO jOdoROwSky: OLOR DE ROSAS: el perfume que emana la carne de los santos… De pronto me di cuenta que había recibido de mi humillado padre -que a causa de la miseria no había podido estudiar y cultivarse, condenado a ser un comerciante que apenas sabía escribir- al que sería mi maestro para toda la vida: el maestro zen EJO TAKATA… ¡Desde mi nacimiento, lo llevaba como una joya en mi nombre! alEjandro JOdorowsky. Más aún, en el fondo , Jaime, mi padre, siempre había sido mi maestro: jaimEJOdorowsky.

He decidido compartir esto porque la exaltación del nombre, que revelé en Twitter y en Plano Creativo, ha tenido tan gran repercusión, y una enorme cantidad de personas me solicitan para que les exalte su nombre. No es un trabajo fácil. Exige mucho esfuerzo. Ayer exalté unos 15 nombres. Para ello me demoré casi dos horas. ¿Cómo podría hacer esto para miles? Creo que este trabajo alquímico debe ser realizado por la persona misma, sin ayuda ajena. Yo he dado el ejemplo y mostrado la técnica. Ahora cada cual debe aplicarla. Es algo que se enriquece continuamente. Aún hoy, después de tantos años de búsqueda, descubro nuevas cosas. Hay muy buenos diccionarios de símbolos, de nombres. Muchos libros explican el significado esotérico de cada letra. Tengo la suerte de poseer un viejo tratado que quizás se pueda encontrar a través de Internet: “Glosario teosófico” de H.P. Blavatsky.

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