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sábado, 15 de abril de 2017

La gratitud y su influencia sobre nuestra salud

La gratitud y su influencia sobre nuestra salud
En este artículo hablaremos de cómo la gratitud influye sobre nuestra salud física y emocional. El uso del lenguaje muchas veces nos lleva a error o ambigüedad, ya que en ocasiones las palabras nos limitan a la hora de expresar determinados sentimientos. En nuestra cultura la palabra «gracias» puede usarse cuando alguien nos acerca el salero durante la comida o cuando alguien nos escucha y nos ofrece su apoyo cuando más lo necesitamos. En estas situaciones todos estaríamos de acuerdo en que, aunque suene igual y se escriba de la misma forma, no podríamos atribuirle el mismo significado a la palabra «gracias».
Tal vez sea por este motivo por el que determinadas culturas emplean diferentes palabras para mostrar su agradecimiento en función de su significado. El sentimiento de gratitud es común a toda la humanidad, pero como publicó la revista MUY INTERESANTE hace poco, no todas las culturas lo expresan de la misma manera.
Los chinos no utilizan la palabra «gracias» tan generosamente como los occidentales, ya que consideran que hay un punto de hipocresía en ello. La reservan para las acciones benéficas que van más allá de la mera cortesía cotidiana. Además, utilizan los regalos para dar las gracias, y si se recibe uno, se debe corresponder con otro, a menos que se quiera caer en un notable acto de mal comportamiento.
Por otro lado, los japoneses utilizan la palabra «arigato» para agradecer algo con sinceridad, pero utilizan otra como «sumimasen» cuando se trata de un agradecimiento formal por un gesto cotidiano. Esta última palabra puede utilizarse como agradecimiento o como disculpa según el contexto.
Por su parte, en la India no se dan las gracias a un amigo o familiar, ya que entre los seres queridos el agradecimiento se sobreentiende; la palabra se reserva para la gente con la que no se tiene confianza.
Es posible que sea por esto por lo que los occidentales no alcanzamos a entender la gran implicación que tiene el sentimiento de gratitud sobre nosotros mismos, los demás y nuestra salud. Debido a la educación que recibimos, utilizamos constantemente la palabra «gracias», ya sea como formalismo o como muestra de respeto.
En entradas anteriores, ya hablamos de la importancia de la gratitud. Ésta se ha puesto de moda en los últimos años como uno de los principales motores que impulsa el pensamiento positivo. Está muy presente en libros y cursos de autoayuda y coaching emocional. Nos dicen que sentirse agradecido es bueno para nuestra salud mental e incluso para nuestra salud física, pero… ¿hasta qué punto?
El estudio de Correlaciones neuronales de la gratitud, realizado en 2015 por el Departamento de Psicología de la Universidad de California y dirigido por Glenn Fox, ha demostrado que el sentimiento de gratitud produce resultados positivos muy importantes como son: satisfacción, vitalidad, felicidad, autoestima, optimismo, esperanza, empatía y deseos de ofrecer apoyo emocional a otras personas. Además durante el estudio, se observó la actividad cerebral de los sujetos en lo que se indujo este sentimiento, y según los autores las zonas que se activaban ―sobre todo las situadas en las regiones ventral y subgenual del córtex prefrontal medio― son las que se asocian normalmente con la recompensa social y los lazos interpersonales. De lo cual se puede concluir que había una relación entre el agradecimiento y el bienestar psicológico que provocan las emociones positivas.
Otros estudios han relacionado las expresiones de gratitud con las variaciones en el gen CD38, que afecta a la secreción de la oxitocina, hormona que parece estar involucrada en el reconocimiento y establecimiento de relaciones sociales y podría estar involucrada en la formación de relaciones de confianza y generosidad entre las personas. Se pudo comprobar en un estudio de ADN que dos poliformismos que afectan a la expresión de dicho gen, y que, si por separado estaban asociados con el sentimiento de satisfacción, las emociones positivas y el compromiso social; su influencia combinada se relaciona con una amplia gama de comportamientos y actitudes relacionadas con la gratitud.
La psicóloga Gloria Bernabé Valero, de la Universidad Católica de Valencia, tras realizar diferentes estudios sobre el sentimiento de gratitud, nos dice que muchas personas resilientes cuentan que una de las emociones que más amortigua los efectos negativos de la adversidad es la gratitud. Esto nos da una pista importante de cómo este sentimiento puede ser un recurso fundamental a la hora de superar aquellos momentos en los que la vida nos pone a prueba.
En otros estudios de esta investigadora, se habla de que en determinados estudios se pudo comprobar que La gratitud predijo significativamente menor riesgo de depresión mayor, trastorno de ansiedad generalizada, fobia, dependencia a la nicotina, dependencia y abuso de alcohol, drogas y bulimia nerviosa.
Uno de los mecanismos propuestos que vinculan la gratitud y el bienestar psicológico es la reducción de las emociones tóxicas resultantes de la autocomparación y la comparación social (Emmons y Mishra, 2011). Se propone que los individuos agradecidos son menos propensos a involucrarse en comparaciones sociales ascendentes que pueden resultar en envidia o resentimiento, o en autocomparaciones con resultados alternativos en su propia vida que pueden resultar en lamentaciones. Ese tipo de comparaciones podrían causar en las personas que sintieran que les falta algo que los demás sí tienen, o que ellos desearían para sí mismos. Como la gratitud se focaliza en la benevolencia hacia los otros, es incompatible con la envida y el resentimiento, por lo que las personas agradecidas aprecian las cualidades positivas en los otros y son capaces de sentir felicidad por la buena fortuna que les ha ocurrido a los demás.
Por otro lado, la gratitud también contribuye al bienestar a través del aumento de la accesibilidad de los recuerdos positivos. Las personas agradecidas se caracterizan por un sesgo de memoria positiva (Watkins, Grimm y Kolts, 2004). Esta tendencia positiva se extiende a los recuerdos positivos, tanto intencionales como intrusivos.
Además de todos los beneficios que este sentimiento puede tener sobre nuestra salud, también podemos afirmar que una poderosísima herramienta en otros ámbitos como el laboral. En un estudio realizado por Daniel Kahneman en la Unversidad de Princeton, el 81% de los encuestados declaró que trabajaría mejor si tuviese un jefe agradecido. Esto concuerda con la manera de actuar de Doug Conant, presidente de las Sopas Campbell’s, el cual levantó su empresa con una política de gratitud que reconocía personalmente los méritos de sus empleados.
Con lo visto hasta ahora, podemos considerar que convendría ser agradecido, aunque solo fuese por egoísmo, ya que quienes practican el agradecimiento son sus principales beneficiados; sin olvidar el beneficio que se aporta a los demás.
  Antonio Pérez Leal

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