6 FORMAS DE CERRAR CICLOS
La realidad es que los ciclos no se cierran de
manera absoluta, pues nos encontramos en un constante “ciclo de ciclos”
interconectados entre sí. Gracias a esta relación entre ellos es que justo
cuando uno termina, el otro inicia y gradualmente el siguiente, explicación que
da la psicóloga y psicoanalista mexicana Fabiola Cuevas.
Un ciclo es el compilado de
momentos vividos, impregnados de sentimientos, agradables o no, a los cuales
nos apegamos.
¿Por qué no podemos cerrar
ciclos? El problema es que nuestra mente se queda atrapada en momentos pasados
que conforman ciclos a los que ya no deberíamos pertenecer frenando nuestro
propio avance y truncando el presente. A todo esto se le llama apego, que es el
vínculo afectivo que nos ata a cosas o personas, en muchas ocasiones sin
sentido alguno.
¿Cuándo logramos cerrar un
ciclo? No se trata de olvidar, sino de descubrir la evolución dentro de uno
mismo para poder seguir avanzando a pesar de la pérdida sufrida. Cuando esto
ocurre comenzamos a recordar con cariño, pero no con necesidad, podemos
agradecer por lo que fue y no sufrir por lo que ya no es, logramos asimilar la
pérdida como una experiencia para crecer y aprender, no como una caída que nos
volvió más débiles.
¿Cuándo confundimos cerrar un ciclo con evadirlo?
Al comenzar a pensar en la persona o situación perdida como algo ajeno a
nosotros, algo que ya no es parte de este mundo o que ya no existirá nunca más,
se trata de una evasión, a través de la cual no podremos avanzar ni ser, sólo
nos hará creer que al pensar que aquello murió y que hoy somos nuevas personas
sin necesidad de llorar o reflexionar, estaremos bien otra vez, cuando no es
así.
Para la psicología, aunque se
trate de un estudio científico del comportamiento humano, también es importante
el efecto que otro tipo de influencias tienen sobre la mente, por ejemplo, los
rituales, técnicas, procedimientos o creencias sobre los ciclos y su cierre. Es
por eso que en ocasiones, una serie de pasos que implican recordar y sufrir,
ayudan mucho a perdonar, desapegarse y sanar; la mente es muy poderosa y si uno
piensa en sanación, obtendrá sanación.
1. Recuerda
Por más cruel que parezca, hay
que recordar todo lo que vivimos en ese momento que ahora duele, es imposible
que todos los recuerdos sean negativos, así que hay que aprender de lo
sucedido, aceptar lo vivido y no pretender olvidarlo. Si sólo nos enfocamos en
olvidar, la ansiedad nos carcomerá, trayendo de vuelta dolor y sufrimiento.
2. Perdónate
Nos autojuzgamos y castigamos
todo el tiempo, y de manera injusta, nos arrepentimos de lo que jamás
imaginamos. Curiosamente, deberíamos enfocarnos en ser empáticos con nosotros
mismos, en procurarnos como algún día cuidamos de la pareja, en entendernos
como entendimos a todos aquellos que también cometieron errores y sobre todo,
en reconocer los aciertos que tuvimos. Sólo así lograremos cerrar la puerta a
la que ya no entrará nadie más.
3. Perdona
Suena bastante fácil, pero
lograrlo requiere de una disculpa que a veces nunca llega, por lo tanto, aprender
a no guardar rencores se vuelve un trabajo meramente personal y por otra parte,
tenemos que entender que el otro, muy probablemente, aún nos tiene un
resentimiento importante.
Sin embargo, es
responsabilidad total de la otra persona continuar o dejar de sentir ese rencor
que poco a poco a todos nos enferma. Hay que intentar comprender que los demás
a veces no poseen todos los recursos para evitar lastimarnos, defraudarnos o
decepcionarnos, intentemos comprender que se trató de un mal momento, un mal lugar
o una mala decisión del pasado que no podemos permitir que se repita en nuestro
futuro. Perdonar también nos lleva a aprender de lo sufrido.
4. Ríndete
Es imposible que encuentres
una explicación o respuesta a todas las preguntas que te lleguen a la cabeza.
El ser humano intenta racionalizar todo a su paso, llevándolo a suponer y por
lo tanto a sufrir, así que intentar contestarnos todos los signos de interrogación
que surjan de una pérdida o abandono no disminuirá en ninguna medida lo que
sentimos.
Simplemente, a veces no todo
resulta justo o lógico y tenemos que aprender a vivir con eso, aferrarse a
querer entender exactamente lo que sucedió y la razón de que sucediera,
solamente nos desgastará incontrolablemente, llevándose todas la fuerzas que
nos quedan para lograr cerrar el ciclo en verdad. No te agobies por lo que no
sabes, déjalo ir.
5. Acepta
Existen cosas que quedan fuera
de nuestro control, no intentes cambiarlas porque llegará a ti una inmensa
frustración. El mejor camino para lograr aceptar lo que ya nos pasó, es dejar
de pensar en posibilidades distintas. Deja de darle vueltas al “¿Y si yo
hubiera…? ¿Qué habría pasado si…? ¿Sería posible que…?”. El tiempo no regresa,
lo hecho, hecho está.
6. Despréndete
Para lograr despegarte por
completo del sentimiento negativo, necesitas vivirlo, es decir, necesitas
abordar un duelo. Hay una lista muy clara y sencilla donde indica los pasos que
todo duelo conllevan, este proceso requiere de tiempo y es necesario
permitirnos tener paciencia para vivir todas sus etapas:
-Negación, ira, negociación,
depresión, aceptación. Sin ningún orden en específico, todas estas etapas
aparecerán mientras vivamos nuestro duelo, son completamente normales y de
ellas resurge una fortaleza impresionante.
Como lo explica la psicóloga, es muy común
sentir que al terminar con nuestro ex, alejarnos de un ser querido, pelearnos
con un amigo, dejar ir a nuestra mascota o sufrir cualquier pérdida que
implique sentimientos, también se pierde nuestra alegría, ilusión, cariño,
confianza y satisfacción en la vida. Nos apegamos a lo que perdimos y creemos
que eso es la única fuente de nuestra alegría, que gracias a ella sentíamos ciertas
cosas y que por lo mismo, nada más con ella podríamos sentirlo.
Sin embargo, esos sentimientos
se generaron dentro de ti, desde ahí brotaron, no llegaron del exterior. Tú
eres el que decide dejarlos salir y quien se pone ciertos requisitos para dejarte
hacerlo. Lo doloroso o increíble de tu próximo ciclo dependerá de qué tan
abierto estés a que nuevas puertas se abran y por lo tanto, nuevas
oportunidades entren en ellas.
Por Olympia Villagrán