¿Por qué el hombre suprime tanto y enferma?
Osho
¿Por qué el hombre suprime tanto y enferma? Porque la sociedad
os enseña a controlar, no a transformar, y el camino de la transformación es
totalmente diferente.
Para empezar, en absoluto es el camino del control, sino todo lo
opuesto. Mediante la supresión la mente se divide. La parte que aceptáis se
vuelve el consciente, y la parte que negáis se vuelve el inconsciente. Esta
división no es natural, tiene lugar debido a la represión. Y en el inconsciente
os dedicáis a arreglar toda la basura que la sociedad rechaza... pero recordad,
todo lo que arrojéis allí se convierte más y más en una parte de vosotros: pasa
a vuestras manos, a vuestros huesos, a vuestros latidos.
Ahora los psicólogos dicen que el ochenta por ciento de las
enfermedades están causadas por emociones reprimidas: tantos fallos del corazón
significan que se ha reprimido mucha ira en el corazón, tanto odio que queda
envenenado.
Primero: en el control, reprimís; en la transformación,
expresáis. Pero no hay necesidad de expresar sobre otro porque ese «otro» es
simplemente irrelevante. La próxima vez que os sintáis airados id a correr
alrededor de la casa siete veces, y después sentaos, bajo un árbol y contemplad
adónde ha ido la ira. No la habéis reprimido, no la habéis controlado, no la
habéis proyectado sobre otro... porque en ese caso se crearía una cadena, ya
que el otro es tan tonto como vosotros, igual de inconsciente. El proyectará
más ira sobre vosotros, está reprimido tanto como vosotros.
Entonces, se produce una cadena: vosotros proyectáis sobre él,
él sobre vosotros, ambos os convertís en enemigos. No se lo tires a nadie
encima. Es lo mismo que cuando tenéis ganas de vomitar: no vais a vomitar sobre
otro. La ira necesita un vómito, ¡vais al cuarto de baño y vomitáis! Depura
todo el cuerpo... Si suprimís el vómito, será peligroso y, cuando hayáis
vomitado os sentiréis frescos, libres de peso, descargados, bien, sanos. Había
algo malo en la comida que tomasteis y el cuerpo la rechaza. No forcéis que
permanezca dentro. La ira es simplemente un vómito mental. Hay algo malo en lo
que habéis incorporado y todo tu ser psíquico quiere expulsarlo, pero no hace
falta proyectarlo sobre alguien. Debido a que la gente lo arroja sobre otros,
la sociedad les pide que lo controle. Siempre que sois espontáneos, significa
que no actuáis de acuerdo con una idea planificada de antemano.
De hecho, no estabais preparados para hacer nada: la acción ha
surgido como una respuesta por su propia voluntad.
Tendréis que entender estas palabras. Primero está la distinción
entre la reacción y la respuesta. La reacción se ve dominada por la otra
persona. Os insulta: vosotros os enfadáis Y entonces, actuáis por la ira.
Eso es una reacción. No sois independientes: cualquiera podría
empujaros para allá o para acá. Se os influye con facilidad. Se os puede
chantajear emocionalmente.
La reacción es un chantaje emocional. No estabais enfadados. La
otra persona os insultó y dicho insulto, creó ira: de esa ira: surge vuestra
acción. La respuesta surge de la libertad. No depende de la otra persona. El
otro puede insultaros, pero no os enfadáis, todo lo contrario, meditáis en
ello... ¿Por qué os insulta?
Quizá tenga razón. Entonces debéis estarle agradecidos, no
enfadaros. Quizá se equivoca. En ese caso, ¿por qué tenéis que encender vuestro
corazón con ira por su equivocación? Las emociones no van a ayudaros a
convertiros en una individualidad integrada. No os van a proporcionar un alma de
granito. Seguiréis siendo un trozo de madera muerta que se mueve de un lado a
otro de la corriente, sin saber por qué. Las emociones os ciegan igual que lo
hace el alcohol. Pueden tener buenos nombres como amor, pueden tener malos
nombres como ira, pero de vez en cuando necesitáis enfadaros con alguien, eso
os alivia. En la India, a veces se ve a los perros haciendo el amor en los
caminos, la gente les tira piedras. Sin embargo, esos pobres animales no causan
ningún daño a nadie y realizan un ritual biológico que también vosotros,
realizáis... lo que pasa es que ellos no tienen que ocultarse en casas, y lo
hacen bien... Una multitud los rodea para tirarles piedras, golpearlos.. . ¡Extraña
conducta! La gente necesita estar enfadada de vez en cuando, así como de vez en
cuando necesita estar enamorada, y de vez en cuando odiar a alguien.
Vivid, bailad, comed, dormid, haced las cosas tan totalmente
como os sea posible. Y recordad una y otra vez: siempre que os sorprendáis
creando algún problema, huid de él, de inmediato. Una vez que os metáis en un
problema, será necesaria una solución. Y aunque la encontréis, de esa solución
volverán a surgir mil y un problemas. En cuanto equivocáis el primer paso,
estáis en la trampa.
Siempre que veáis que os estáis metiendo en un problema, daros
cuenta, conteneos, corred, saltad, bailad, pero no os metáis en él. Haced algo
inmediatamente para que la energía que estaba creando los problemas fluya, se
deshiele, se derrita y regrese al cosmos. Una persona que jamás se enfada y continúa
controlando su ira es muy peligrosa. Cuidaos de ella; puede mataros. Si vuestro
marido jamás se enfada, denunciadlo a la policía. Un marido que se enfada a
veces es un ser humano natural, no hay que sentir miedo. Un marido que jamás se
enfada, un día, de repente, saltará para asfixiaros. Y lo hará como si
estuviera poseído por algo. Los asesinos llevan siglos diciéndole a los
tribunales: «Hemos cometido el crimen, pero estábamos poseídos. ¿Quién los
poseía? Su propio inconsciente. el inconsciente reprimido, estalló. La
sensibilidad crece con la percepción.
Mediante el control os apagáis y morís... Eso forma parte del
mecanismo de control: si estáis apagados y muertos, entonces nada os afectará,
como si el cuerpo se hubiera convertido en una ciudadela, una defensa. Nada os
afectará, ni el insulto ni el amor. Pero ese control se produce a un coste muy
grande, innecesario; pasa a ser todo el esfuerzo en la vida: cómo controlaros.
.. ¡y luego morir! El esfuerzo completo del control os consume toda la energía,
y luego simplemente morís. Y la vida se transforma en una cosa apagada y,
muerta; de algún modo lográis continuar. La sociedad os enseña control y
censura, porque un niño se controlará cuando siente que algo está censurado.
La mente puede practicar el juego de estar en silencio; puede
practicar el juego de estar sin pensamientos, sin emociones, pero simplemente
están reprimidos, completamente vivos, listos para saltar en cualquier momento.
Las así llamadas religiones y sus santos han caído en la falacia de aquietar la
mente. Si seguís sentados en silencio, tratando de controlar vuestros
pensamientos, sin permitir vuestras emociones, sin permitir cualquier
movimiento en vuestro interior, despacio, despacio, se convertirá en vuestro
hábito. Este es el mayor engaño que podéis daros, porque todo sigue exactamente
igual. Nada ha cambiado, aunque da la impresión de que habéis pasado por una transformación
. Otra cosa es la meditación, pero luego hablaremos sobre eso...
OSHO